La erótica del poder

Llevaba horas allí sentado en aquella esquina del bar. Era el mejor sitio. El más oscuro y desde el que se podía controlar el local sin llamar la atención.

A veces se preguntaba cómo continuaba con la energía para seguir en un trabajo tan ingrato.

Su cliente le había contratado para lo de siempre, una infidelidad. Esa palabra que rima con felicidad pero que tan a menudo no era compatible. Pero este caso era un poco atípico porque esta vez había sido contratado por ambas partes afectadas: curioso, las partes cornudas unían sus fuerzas para aclarar: ¡ Aclarar ¡ En este país en el que nada es transparente… En este país en el que por lo visto es imposible no sucumbir a la erótica del poder. En el que te quiero, rima con dinero. En el que el emperador puede ir desnudo que nadie va a decir nada que pueda contrariarle…la erótica del poder, tan curioso, cuerpos desnudos por doquier…

En cuanto les vio entrar, por su actitud, por sus sonrisas, por sus miradas, por el fuego en sus miradas, se dio cuenta de que pronto sería un caso cerrado.

Dos personas famosas juntas traicionando a los suyos, saliendo hasta altas horas de la noche. Dos personajes de los que se había escrito más que de muchos personajes de ficción. Si no los tuviera ahí delante ahora, hablando y riendo, podrían haber sido como tantos otros, más ficción que realidad de tanto salir en la tele, como esas series que nunca veía pero de las que todo el mundo hablaba. Pero ahí estaban y lo cierto es que él mismo empezaba a sentir los efectos de esa erótica del poder frente a estos dos personajes públicos: Cospedal y Valenciano.

¿En tu cama o en la mía?

Me desperté al alba soñando contigo. Estábamos en mi cama y el cuerpo que adivino se enlazaba con el mío y tu piel cálida era mi sábana.  Mis dedos recorrieron tu cuerpo y ese cuerpo, hospitalario, se dejó hacer. No hubo valle, risco ni loma que no fueran explorados. Húmedos besos  y entregado final. Tuve un despertar plácido, tranquilo, que me dibujó una sonrisa duradera.

Por la tarde te he visto, en el pasillo, de lejos. Nunca hablamos (sólo lo hicimos una vez),  sólo nos saludamos, un rápido movimiento de cabeza y un hola imperceptible.  Pero hoy me has mirado, aún de lejos, y tus ojos buscaban los míos. Una pequeña sonrisa y un gesto apenas perceptible de asentimiento. Y nos hemos entendido.

Esta noche volveremos a vernos. Pero esta vez toca en tu cama.

3

Te necesito,

para un día perfecto,

como a la duda.

.

Queda en mis sábanas

el aroma a tu cuerpo

mojado y trémulo

.

Caminarías

conmigo entre esta lluvia

y esa otra vida?